Explorando el Yoga

por Feb 2, 2024Hatha Yoga, Nuestro Blog, Yoga0 Comentarios

El entrenamiento para la vida

Yoga significa “UNIÓN” en la lengua sánscrita. Hasta aquí la respuesta corta.

Pero antes de seguir…

No sé si el yoga ha despertado tu interés porque te lo han recomendado, porque quieres mejorar físicamente, porque sientes que necesitas algo que te ayude a bajar el estrés o si, directamente, has mirado un poco por encima y el “rollito zen” te ha seducido. En cualquier caso, imagino que si estás leyendo este artículo, el tema te interesa.

Acomódate, porque vamos a iniciar un espectacular viaje cultural, histórico, geográfico, psicológico, físico y emocional sin precedentes.

Eso sí, vamos a necesitar dos disposiciones fundamentales para esta aventura: SOLTAR todas las creencias impuestas por nuestra cultura e intentar adoptar una ACTITUD CURIOSA y FRESCA, como niños y niñas impregnados de inocencia y fascinación ante las cosas nuevas.

¿POR QUÉ HAGO YOGA?

La primera cuestión sería la motivación o la intención por la que me acerco a la práctica de yoga. La vía de entrada al yoga puede producirse por multitud de circunstancias: trabajar la flexibilidad, mejorar la capacidad respiratoria, aliviar dolencias posturales, recuperar la forma física tras una lesión, calmar la ansiedad, mitigar el insomnio… todas y cada una de estas causas son maravillosas, porque detrás de cada una hay una persona en “modo búsqueda y mejora”.

Ahí está el punto de inflexión.

El cambio de paradigma que esta disciplina nos ofrece es que la meta, el éxito, la obtención de resultados, está en la misma práctica. El practicante no se adapta al yoga. Es el yoga el que abraza a cada practicante, el que se adapta a sus necesidades.

El yoga abarca todas las facetas de la vida. Es un proceso de crecimiento constante que no se limita a unas prácticas realizadas sobre una esterilla. Tampoco es hacer un número de sesiones a la semana, con el último grito en leggins y todo un arsenal de complementos. Puede que al principio sea así como lo percibamos, es normal. Sin embargo, tarde o temprano, la práctica va haciendo mella y si no se refleja en la vida cotidiana, algo no está funcionando.

LA BÚSQUEDA CONSTANTE

Durante miles de años, lo que mueve nuestra existencia y acciones (a todos sin excepción) es, a parte de sobrevivir, pasar por esta vida en las mejores condiciones posibles, tanto físicas como emocionales. Piénsalo por un momento ¿estar feliz no es esta la fuerza que impulsa todas tus acciones?
¿Desde cuándo nuestro “sentido de vida” viene marcado por este impulso hacia la felicidad?
Más o menos, año arriba año abajo, podríamos situarnos evolutivamente en los años previos al nacimiento de la escritura, cuando el ser humano empieza a tener consciencia de su propia existencia: que yo no soy otro (yo=ego), que la vida es finita y que, tarde o temprano, terminará inexorablemente con la muerte, pasando por el proceso de envejecimiento y la enfermedad.

Esta es la realidad, amigos. Dura, pero es la realidad.

¿Cómo no vamos a querer lidiar con este sufrimiento básico que ha dirigido, dirige y dirigirá la vida de todos y cada uno de los seres humanos?

Ante tal situación, mediante esa consciencia, ligada a toda una serie de cualidades psicológicas que van evolucionando en el cerebro de forma simultánea, nuestros abuelos primitivos empiezan a desarrollar una serie de mecanismos o técnicas para convivir con esta cruda realidad de una forma más llevadera.

Es justo en este momento cuando nacen las religiones, filosofías, tradiciones culturales y escuelas, para intentar dar respuesta y consuelo al ser humano. Diferentes en sus formas, ofrecen los medios para alcanzar ese estado de paz, de conexión o unión con la vida, con la existencia. Resulta fascinante descubrir de qué manera las distintas comunidades de esta gran familia humana, repartida por el vasto territorio del planeta, de oriente a occidente, cada una a su estilo, con sus costumbres y tradiciones, buscan lo mismo. Buscamos lo mismo.

Aquí es dónde entra el Yoga: una vía de conocimiento clara y asequible a las necesidades y posibilidades de los seres humanos, tanto en tiempos remotos, como para los hombres y mujeres de la era moderna.

El hecho de que el yoga haya sido reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, que desde el año 2014 se celebre cada 21 de junio el Día Internacional del Yoga y que cada día más personas se interesen en conocer sus prácticas y enseñanzas, no es casualidad.

YOGA MODERNO ¿ES EL VERDADERO YOGA?

Llegados a este punto de la película, podemos ver las raíces tan profundas de las que viene el yoga ¡Y que está más vivo que nunca!

Precisamente, en el mundo caótico y desmesurado de consumo-producción en el que vivimos, lejos de liberarnos del sufrimiento y acercarnos a la felicidad de la que hablábamos antes, nos vemos empujados hacia el abismo de la desesperación, de la falta de sentido vital y de propósito. Por eso, el yoga está suponiendo un verdadero salvavidas para la salud física y mental de muchísimos seres humanos.

Sin embargo, existe aún bastante confusión con respecto a los distintos estilos de yoga que han ido surgiendo a lo largo de la historia, pasada y reciente.

No hay uno mejor que otro, todos son válidos. Solo tenemos que encontrar el que mejor se adapte a nuestras necesidades y circunstancias vitales. Puede que empieces en uno y descubras que te va mejor otro. Al final todos comparten lo mismo: alcanzar la UNIÓN, el estado de YOGA.

Se terminan las palabras. Es momento de practicar. Ser YOGA.

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Olga Castañeda

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